Después del cole, Teo ha pedido ir a ver a su hermano para hacerle compañía un rato. —Mira, Pablo. Ahora ya he entendido lo que te pasa, me lo han explicado papá y mamá. Te he hecho un dibujo, verás. A este marcianito le pasa lo mismo que a ti: le duele la pierna porque tiene unas células que se han vuelto malas. Yo las llamo «katxumbos». Pero él se tomará cada día esta medicina y se destruirán. —¿Cómo se llama el marcianito? —pregunta Pablo—. Quiero que sea mi amigo.