Ya han llegado al hospital, y después de dejar la bolsa en la habitación, han ido a la sala de juegos de la planta de oncología pediátrica, donde Pablo conoce a otros niños y niñas que están ingresados, como él. —¡Hola! —lo saludan todos, y después siguen jugando con unas voluntarias. —¿Cómo te llamas? —le reunta una enfermera.pg —Pablo. ¿Y tú? —Yo soy Ana y voy a cuidarte muy bien estos días. —Adiós, Pablo —se despiden papá y Teo—. Mamá se queda contigo.